El 11 de setiembre de 1910, un tal J.B. Jr. firmaba un artículo en el New York Tribune advirtiendo del peligro que supondrían los aeroplanos cuando los ladrones fueran capaces de pilotarlos con precisión. Lo titulaba así: “Cuando lleguen los robos desde el aire – Puede que no falte demasiado para ver el aeroplano en el mundo del crimen, así como en el de la guerra”.
Nuestro dibujante mira al futuro y prevé un tiempo en el que los tejados tendrán que ser protegidos tanto como cualquier otra parte de la casa. Original
Ahora que los fabricantes de aviones están produciendo aviones cada día más baratos y el número de pilotos se multiplica cada mes, aquellos que han visto más de cerca el nacimiento de la aviación especulan sobre la posible aparición de “piratas del aire”. No habrá que esperar mucho, una vez se pueda eliminar el ruido de sus motores.
Los amigos de la aviación tienen que reconocer que muchas de sus virtudes encajan a la perfección con las necesidades de los criminales. Capaz de moverse rápido y llegar lejos, no deja ningún rastro detrás de sí y puede escapar de cualquier perseguidor a excepción de otro avión. Y lo peor de todo, puede atacar a su víctima en su parte más vulnerable.
La manera más fácil de entrar en una casa cerrada es desde arriba, como puede comprobar cualquiera que suba a su terrado y mire las trampillas. En muchos casos, un candado y alguna barra de hiero es todo lo que se interpone entre los ladrones y una casa. Incluso ahora, el tejado es el modo más habitual que los ladrones utilizan para entrar en casas vacías, siendo la dificultad para llegar hasta él lo que impide que el número de estos robos sea mucho mayor.
Sólo es necesario un paso más para convertir al avión en la montura favorita de ladrones. Tiene que ser capaz de posarse sobre un espacio limitado como es el terrado de una casa y despegar desde el mismo lugar sin dificultad. Cuando esto ocurra, no es difícil prever lo que sucederá.
Primero, la policía comenzará a recibir denuncias de robos en casas vacías en las que han entrado desde el tejado. Puede ser que el portero haya escuchado ruidos extraños en el cielo. Quizás, se encuentre un abrecartas de plata, que formaba parte del botín, en el patio de atrás de alguna casa de Williamsbridge. Un detective plantea la teoría de que los ladrones huyeron en un aeroplano. Los periódicos se hacen eco de ella y piden más vigilancia del cumplimiento de las leyes de la aviación. Se ordena a los policías que disparen a los aviones que vuelen sin las luces que manda la legislación.
Otro día, se encuentra un portero asesinado brutalmente, la casa saqueada y la trampilla del techo abierta. Entonces, un policía recuerda haber visto un avión despegar desde esa casa la noche antes. Todo el país se inquieta y se indigna por la incompetencia policial. Acaudalados voluntarios, seducidos por la novedad del asunto, ofrecen sus servicios a la policía, que los despliega en las azoteas de los hoteles más altos. Una noche un cohete se eleva en el cielo. Es la señal que todos los policías están preparados para dar y que señala el vuelo del culpable hacia el oeste.
Otro avión sale a su caza. Rápidamente se eleva buscando su presa. Piloto y copiloto la localizan sobre las luces de Broadway. El aeroplano vira bruscamente para seguir su rastro, se inicia así la persecución. Uno de los policías se prepara para la caza y suelta un ancla con ganchos que cuelga más de 30 metros debajo de ellos como si fuera la cuerda de una cometa. La persecución continúa sobre el río. Los policías vuelan 100 metros por encima de los perseguidos.
Al poco, pasan por encima del aeroplano de los ladrones como un torbellino. Los ladrones, asustados, intentan elevarse, pero ya es muy tarde, los ganchos del ancla se clavan en la estructura de su aparato. El aeroplano “pirata” se tambalea por efecto de la tensión.
Se oye un chillido debajo. La cuerda del ancla se afloja y, de repente, ven como la avioneta obscura se estremece y comienza a ir de lado a lado, acaba volcando. Finalmente, el policía corta la cuerda. El aeroplano de los ladrones se precipita haciendo una espiral sobre el río Hudson. Se acabó. Los perseguidores aterrizan en la rivera. Encallados, encuentran a los ladrones que han sido detenidos por tres vigilantes que han visto la persecución aérea y han acudido para ayudar.
Puede que nunca se vea una persecución como esta en los cielos de Manhattan. Desde luego que no hasta que haya aeronautas de un índole muy diferente a la de los grandes aviadores de hoy en día. De todas maneras, una alarma antirrobos en la trampilla del tejado puede ser que no venga mal.
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+info:
- When Burglars Learn to Handle the Aeroplane with Precision and Silence. New York Tribune, Sunday, September 11, 1910. En The Library of Congress > Chronicling America . PDF - Text - JPG